Capítulo 28. Un Encuentro Desafortunado (1)
Leah abrió la boca y la volvió a cerrar, incapaz de pensar en algo que decir. No sabía cómo o por qué su conversación había tomado este curso, pero Ishakan la estaba tratando como si solo hubiera encontrado a otra compañera en la cama.
A pesar de su cara sonrojada, Ishakan solo entrecerró los ojos, mirándola contemplativamente.
"¿Quieres hacerlo una vez más?" Él le preguntó, y miró a su alrededor, antes de decirle, "Me parece bien hacerlo afuera." Se encogió de hombros y Leah lo miró fijamente, boquiabierta.
'¡¿Sexo al aire libre?!' Ella gritó en sus pensamientos. Fue como si la hubieran abofeteado por lo desconcertada que estaba con el pensamiento loco de Ishakan. ¡Era una idea escandalosa!
Sin esperar a que se recuperara del shock, Ishakan la agarró por la muñeca y comenzó a arrastrarla. Se sentía aturdida cuando llegaron a un callejón.
La luz, de la carretera principal, se filtraba a lo largo de las paredes. Era tranquilo, y a pesar de estar obviamente desolado, todavía pasaban un par de personas de vez en cuando. Leah puso sus manos alrededor de sí misma, antes de encontrar la forma de hablar.
"¡Aquí no!" Le siseó, pero no trató de impedirle que se le acercara. Su cara estaba repentinamente tan cerca que podía sentir su aliento golpear su rostro. Se acercó y habló en voz baja. Su intensa mirada se centró únicamente en ella.
"No tengas miedo." Le dijo, sus ojos se posaron en sus labios, observando la forma en que se movía mientras hablaba, "Puedes hablar libremente aquí." Se le acercó aún más, hasta que sus labios estuvieron justo al lado de su oreja, "No tienes que actuar como una princesa cuando solo somos nosotros dos." Le susurró, asintiendo al recordar lo que había sucedido en los jardines del palacio, animándola a decir lo que pensaba.
Pronto la tensión acumulada en su interior se calmó y fue reemplazada por una miríada de sensaciones confusas.
'No tengo que actuar como una princesa...' pensó melancólicamente. Nunca antes había escuchado tales palabras dirigidas a ella en toda su vida. Se había esforzado por ser la princesa perfecta en todos los sentidos, y esas simples palabras derribaron sus paredes. Ni siquiera la Condesa Melissa, que había estado con ella desde que era una niña, le había dicho esas palabras.
Abrumada por sus sentimientos encontrados, finalmente dejó escapar un profundo suspiro.
"¿¡Estás loco!?" Exclamó en un susurro, pero a Ishakan no pareció molestarle su reacción.
"Bueno, la princesa que creció hermosamente es realmente especial." Le dirigió una sonrisa pícara, burlándose de ella. Y Leah sacudió la cabeza con incredulidad.
"En esta situación, estás realmente loco."
Ishakan es la primera persona en su vida que se atrevió a sugerirle cosas ridículas. Este extraño del desierto la estaba haciendo sentir muchas cosas a las que no estaba acostumbrada antes. Leah dejó escapar un suspiro de frustración y optó por mantener la boca cerrada.
En medio del silencio, Leah solo podía parpadear ante la tenue luz. A pesar de llamar loco a Ishakan, ella también podía sentir que se estaba volviendo loca en este mismo momento.
'Realmente es una persona peligrosa, alguien con quien es mejor no involucrarse'. Pensó sombríamente. 'El rey de los enemigos tiene un propósito desconocido'.
Pero Leah todavía sentía curiosidad por Ishakan, y al no encontrar otra forma de saciar su curiosidad, abrió la boca para hablar.
"Tú-" pero ella fue interrumpida rápidamente por el sonido de una risa bulliciosa y una música estruendosa que reverberaba en el callejón. Su curiosidad se desvió hacia el ruido, empujó a Ishakan a un lado para mirar, y vio a una banda de gitanos bailando en el callejón.
La risa también había llamado la atención de Ishakan, quien había imitado las acciones de Leah, antes de murmurar en voz baja. "Tomaris." Gruñó y Leah lo miró confundida, "Puede que ustedes los conozcan como gitanos." le aclaró mientras continúa observándolos, "No me agradan mucho realmente", admitió.
Al igual que las mayoría de las personas del continente, los Kurkan se mantienen alejados de los gitanos. Después de todo, nunca se instalan en un lugar por mucho tiempo, y hacen un par de trabajos para ganarse la vida. Sus trabajos van desde la venta de artesanías, hasta atraer a la gente a los ridículos mitos astrológicos, a cantar, a bailar, entre otras cosas.
Pero todavía peor es la evidente prostitución que se produce cuando los gitanos se unen, que solo sirve para poner en peligro la seguridad y la paz pública. Pero a pesar de su mala reputación, todavía existen porque algunas personas los siguen manteniendo. Por ejemplo, hay algunos que están bien versados en el arte de la brujería. Y debido a esto, la mayoría de las veces, los comerciantes ricos, e incluso los nobles, buscan secretamente sus servicios, comprando pociones de amor o muñecas malditas, y pagándoles para asegurar su seguridad y sustento.
También estaba la vieja creencia de que si uno se metía con los gitanos, cosas malas le sucederían. Por lo tanto, la mayoría de la gente hace la vista gorda ante su anarquía.
De hecho, un grupo muy problemático.
"Son como las hierbas malas," refunfuñó, "Por mucho que las arranques, siempre salen más." Dejó escapar un suspiro de derrota, "Ya no estoy de humor." dijo con el ceño fruncido, antes de girarse hacia Leah y acercarla a él una vez más.
"¿Crees que podemos retomarlo desde donde lo dejamos?" Le preguntó en broma, pero Leah no pudo encontrar las palabras para responderle. Él se rió de su silencio, hasta que escuchó que alguien lo llamaba desesperadamente.
"¡Ishakan!"
Fue un susurro.
"¡Ishakan!" Se repitió.