Capítulo 27. Tomada Por Un Depredador Intrépido (2)
Además de mostrar un comportamiento desconcertante, era una excusa poco convincente.
"Si esa es la razón por la que entraste a mi habitación, debo decir que eres realmente intrépido."
"De hecho, lo soy. Incluso entré en el cuartel del enemigo. Pero también eres valiente, ¿Sabes? Haces cosas atrevidas, y pareces acostumbrada a las escapadas." Se aseguró de enfatizar sus últimas palabras.
"Hay cosas que deberían mantenerse en privado, ya sabes." Leah se puso nerviosa y agarró el dobladillo de su capa mientras hablaba en voz baja.
"La conferencia de bienvenida para los Kurkan será mañana."
Sintiendo su inquietud, los ojos de Ishakan se estrecharon en forma de media luna. "Te dejaré regresar antes de que salga el sol. Hasta entonces, deberás estar conmigo."
Obligada y arrastrada por Ishakan, Leah se dirigió al centro de la ciudad.
Al principio, ella caminaba de mala gana. No obstante, su ritmo aumentó lentamente a medida que comenzó a merodear por la zona. Sus ojos que solo se fijaban en el camino ahora vagaban brillantemente por las vistas de la calle.
Era la primera vez que estaba afuera sin ningún objetivo en mente. Se sentía extraña e incómoda, deambulando por placer.
Como una pequeña niña, Leah husmeaba frenéticamente. Inconscientemente siguió el delicioso olor de la comida, llevándola hasta un vendedor de comida callejera. Cuando se acercó al puesto de comida, dio un paso atrás, sorprendida.
La tentación, en forma de brochetas de albóndigas en salsa bombardeó sus sentidos. Ella no esperaba este tipo de ataque esta noche. Lentamente, se obligó a mantener la distancia, ignorando su tenaz y apetitoso olor.
Por otro lado, el Rey de los Kurkan estaba parado con los brazos cruzados.
Una vez que llegaron a la plaza de la ciudad la dejó hacer lo que quisiera, dándole la libertad de tomar todo por sí misma, sin restricciones.
Pacientemente, él solo la observó desde lejos, pero no apartó su aguda mirada de ella ni por un segundo.
Leah estaba profundamente absorta en su bullicioso entorno cuando Ishakan puso algo delante de ella, haciendo que se congelara en su lugar.
¡Era la brocheta de albóndigas que se había comido con la mirada hace un rato! Era carne de cerdo picada, comprimida en una bola y ensartada en un pincho. Mientras se cocinaba a la parrilla, el apetitoso olor salado se esparcía por el aire. La salsa fue rociada en la parte superior, haciéndola salivar más.
"Come esto."
"¿No acordamos que tomarías lo que yo te diera?" Ella babeó. Ya que no había comido nada, su estómago gruñó al verlo.
Sin embargo, recordó que tenía que usar un vestido ajustado frente a Cerdina mañana por la mañana. Se preguntaba si había cometido un error al comer los dátiles.
Quería negarse, pero la tentación era intensa. Incluso si cerrara los ojos y girara la cabeza a un lado, no podría resistirse.
Tal vez solo un mordisco...
Entonces, se llevó cuidadosamente el pincho a la boca. Al morder la carne suave, la superficie dorada a la parrilla se desgarró, de la cual salieron los jugos.
En el momento en que lo probó, no pudo evitar comer más.
"¿Es pobre la familia real de Estia? Creo que solo vender un cuadro sería suficiente para alimentarla durante meses." Ishakan murmuró, pero Leah no escuchó ninguna de sus palabras. En cambio, devoró su comida, concentrada.
Pronto, volvió en sí, y se sorprendió por el acto salvaje que acababa de realizar.
'¡Terminé toda la brocheta!'
Una sensación de vergüenza la envolvió. No podía creer que no pudiera controlarse, ¡Comiéndose toda la brocheta ella sola! Además, actuó como una mendiga a la que se le había dado una limosna.
Ishakan sonrió al observar que Leah tenía una mirada devastada en su rostro, mientras la sabrosa salsa aún manchaba toda su boca.
"No tienes que poner una cara como si el mundo se acabara de caer sobre ti."
"Pero, tengo que usar un vestido mañana..."
Se mordió el labio inferior, agitada. Ishakan extendió sus manos, y la punta de sus dedos frotaron sus labios.
"No te muerdas los labios. Se desperdiciará." Limpió la salsa restante de su boca y la probó. La forma en que se lamió los dedos fue tan natural y... sensual que Leah no sabía cómo reaccionar.
Al darse cuenta de que era demasiado tarde, chilló en sus pensamientos más íntimos. No podía creer que Ishakan rompiera todo el decoro apropiado que había aprendido desde su nacimiento.
"Comer una sola brocheta no afectará tu figura. ¡Eres muy delgada!" Ishakan le quitó el pincho vacío y habló con indiferencia.
"Esta bien."
"......"
Sus palabras se quedaron grabadas en su cabeza. Leah apretó el dobladillo de sus mangas mientras decía. "Necesito saber por qué me estás haciendo esto."
¿Cómo podía decir que no era gran cosa? Fue en contra del orden y las reglas que ella había estado cumpliendo durante toda su vida.
"¿Estás simpatizando conmigo? O simplemente quieres otra aventura de una noche..." No pudo terminar sus palabras porque Ishakan se echó a reír. Se rió como si hubiera escuchado una broma hilarante.
"¿Una noche de sexo? ¿Estás anticipando eso? No lo pensé... Ah, fui tan ingenuo..."
Estaba lejos de ser ingenuo, Leah frunció el ceño.
Luego, agregó una pregunta descarada. "Una noche de sexo... ¿Quieres otra?"