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viernes, 24 de septiembre de 2021

Matrimonio Depredador - Capítulo 57

Capítulo 57. La Reina Audaz (2)


"Sabes que no puedo hacer eso, ¿Verdad? ¿Por qué me metes en problemas?" ella se quejó en voz baja. Ishakan frunció el ceño con su corta respuesta, y tercamente acercó su cara a ella, ignorando a los testigos.

"¿Es eso demasiado para un hombre que te sirvió con todo su cuerpo?" susurró.

Tan pronto como ella giró la cabeza, aunque ligeramente, la punta afilada de su nariz rozó su mejilla.

"¿Me ayudaste mucho? Incluso estuve a punto de morir". Respondió con frialdad.

Aunque ella dijera eso, si no hubiera sido por Ishakan, habría sido atrapada por Byun Gyongbaek en el jardín esa noche.

Ishakan reaccionó y rozó ligeramente su frente contra la de ella.

"Deberías devolverme un favor, princesa", le exigió suavemente.

Leah finalmente dio un paso atrás minuciosamente. Pero a pesar de eso, Ishakan sólo se acercó a ella. Cuanto más se escapaba, más la provocaba. Finalmente, se dio cuenta de que no podía seguir evitando su mirada, así que sus ojos lentamente miraron hacia arriba para encontrarse con los suyos...

Cuando lo hizo, apareció un destello de satisfacción en los ojos de Ishakan. Leah abrió silenciosamente la boca.

"Dime lo que quieres."

"Camina conmigo hacia el comedor."

Ishakan juguetonamente movió sus cejas. Después de mirar fijamente a Ishakan de reojo, Leah, sin querer, dio su primer paso hacia delante. Pasando por un lado de Ishakan. Pensaba caminar por delante de él, manteniendo una gran distancia.

Sin embargo, se había olvidado de algo. Existía una gran diferencia entre sus cuerpos, como el cielo y la tierra. Rápidamente alcanzó a Leah con sólo un par de pasos.

"Caminas demasiado rápido". Él bromeó y ella se mordió el interior de su labio inferior en señal de molestia.

'Este hombre...'

Leah frunció el ceño mientras Ishakan se reía maliciosamente.

"He venido por ti. Ha sido difícil verte estos días". Ishakan se quejó alegando que la princesa, que se encuentraba encerrada, no debería actuar de esta manera. Ella admitía que le parecía lindo, aunque no le agradaba.

Leah lo miró discretamente. Su cabello caía naturalmente sobre su amplia frente. La clara línea en el puente de su nariz que continúa hasta sus cejas le daba un aspecto feroz, al contrario de cómo la miraba de forma suave.

Una sensación de hormigueo invadió sus manos. Era una sensación insoportable, como los brotes que crecen en primavera.

Leah se frotó sus manos bajo los guantes de encaje blanco, y luego se movió lentamente. Ishakan caminó justo a su lado, emparejando sus pasos mientras caminaban en perfecto conjunto. Se acercaban al jardín donde se celebraría el almuerzo. Después de todo, era una distancia que se podía recorrer a pie.

Con cada paso, ella pensaba en la gente que los vería, así que eligió el camino por el que pasaría menos gente. Las sirvientas los siguieron a una distancia en la que no podían escuchar la conversación entre los dos.

Había un buen clima. Caminar bajo el cálido sol se sentía mejor de lo que ella pensaba originalmente. Ambos guardaron silencio mientras caminaban. Había una sensación acogedora que los envolvía mientras la tranquilidad se apoderaba de ellos.

Había pasado mucho tiempo desde que Leah salió a caminar. Leah disfrutaba plenamente del sol con buen humor. Nunca se había sentido tan bien paseando afuera, posiblemente se debía a que llevaba muchos días dentro del palacio.

De repente, se le ocurrió un pensamiento.

Es posible que Ishakan supiera lo que le había pasado, por lo que quiso deliberadamente acompañarla hoy. 

Cuando estaban a punto de llegar al jardín, Ishakan, que había permanecido en silencio durante el camino, habló de repente por primera vez desde que empezaron a caminar...

"Hoy estás preciosa". La halagó. Su simple declaración la dejó sin aliento. Mientras Leah pensaba en su respuesta, Ishakan siguió hablando, sin esperar una respuesta. "¿Mencioné que el Príncipe Heredero también asistirá al almuerzo?"

Tenía el ceño fruncido.

Parecía estar disgustado con la noticia que acababa de decir, pero no añadió más, ni le preguntó qué pensaba porque estaban a punto de llegar al palacio de la Reina.

Las sirvientas del palacio real, que esperaban afuera para saludarla, los miraron con sorpresa. Posiblemente porque no esperaban que llegaran juntos. Sin embargo, las sirvientas sólo se inclinaron ante Leah, impasibles como una muñeca, sin ninguna expresión en su rostro.

"Están esperando dentro", les informó la jefa de las sirvientas, guiándolos hacia el camino.

Caminaron hacia el jardín escoltados por las sirvientas. Ella podía observar, incluso a la distancia, el mantel adornado con oro. La mesa estaba decorada con atractivas flores, pequeñas frutas, encajes y pétalos esparcidos artísticamente por todas partes. Se alineaban exquisitos cubiertos y recipientes, que eran demasiado elegantes para un almuerzo, al menos eso pensaba Leah.

Ya habían nobles sentados. En la esquina superior de la mesa, el Rey y Cerdina estaban sentados, mientras que Blain, el Príncipe Heredero, estaba situado en el lado izquierdo de la mesa. El orden de los asientos estaba preestablecido, y Leah se sentó al lado de Blain, mientras que Ishakan se sentaría enfrente de ella.

Ella se detuvo delante de ellos, y se puso de pie firmemente, antes de mirarlos fijamente.

Cerdina sonrió al ver a Leah. El vestido de la reina brillaba con fuerza bajo la luz directa del sol. La forma del vestido plano, sin el efecto de globo, no tenía el estilo de Estia. Su falda caía suavemente al suelo.

Los ojos de la princesa se agrandaron ligeramente cuando se dio cuenta de lo que la reina llevaba puesto. Era el vestido de seda que Ishakan le había regalado a Leah.