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viernes, 24 de septiembre de 2021

Matrimonio Depredador - Capítulo 52

Capítulo 52. Una Aventura Pasajera (2)


La pálida apariencia de Leah pronto volvió a la normalidad, y Melissa estalló en lágrimas de alegría.

"Realmente pensé que algo peor pasaría." Melissa continuó, mientras sus labios comenzaban a temblar, y los ojos se volvieron llorosos.

Leah prefirió cambiar la conversación, queriendo evitar que la Condesa siguiera llorando.

"¿Qué pasó con Byun Gyongbaek de Oberde?"

Al mencionar a Byun, la expresión de Melissa se iluminó mientras daba la noticia.

"Byun Gyongbaek ha sufrido una gran humillación esta vez", anunció con orgullo.

"¿Hay algo que pueda humillarlo?" Preguntó Leah, levantando una ceja en señal de duda.

"Yo también lo pensé". Se rió antes de continuar su historia de manera alegre.

"No sé cuánta bebida consumió, pero fue descubierto por la fuente sin sus pantalones. Al final del banquete, todos los aristócratas que salían del salón lo vieron de esa forma tan vergonzosa." Ella hizo una mueca de desagrado al recordar ese momento.

Melissa había sido uno de los muchos testigos de ese momento, y por lo tanto había proporcionado a la princesa una descripción detallada de su embarazoso descubrimiento.

Aparentemente, todos lo descubrieron boca abajo, con el trasero desnudo.

"También sufrió una lesión en una pierna, por lo que podría estar cojeando por un tiempo. No obstante, sabemos muy bien que Byun Gyongbaek no se emborracha tan fácilmente." Melissa señaló: "Incluso he escuchado que aunque se emborrachara tanto, no es de los que cometen errores tan graves. Así que es muy posible que haya sido envenenado o drogado con el vino", reflexionó, antes de descartarlo como algo sin importancia.

A juzgar por la actitud de Melissa, lo más probable es que lo que Byun Gyongbaek le hizo a Leah anoche no se haya extendido por todo el palacio.

Como sus planes habían sido frustrados, lo más probable es que lo considerara como una derrota de su parte. Había pasado una vergüenza delante de los aristócratas y los Kurkans. Lo más probable es que pidiera algo para resolver este asunto.

Ella se preguntaba si debería mencionarlo.

Pero sus preocupaciones no duraron mucho, era algo que no se atrevía a decirle a Melissa. Incluso si lo mencionara, lo más probable es que terminara soltando palabras de odio, y nada podría cambiar lo que había pasado.

Mientras Leah se perdía en sus pensamientos, no se dio cuenta de que la Condesa Melissa guardaba silencio, y que la estaba mirando fijamente. Había un silencio incómodo que envolvía la habitación, y a pesar de que Melissa quería decir algo sólo para romper el silencio, pero no se atrevía a hacerlo.

Finalmente la atmósfera de antes se disipó gradualmente, dejando nada más que una sensación de pesadez en el ambiente. Melissa dudó durante bastante tiempo, hasta que pudo reunir el coraje y llamar la atención de Leah una vez más.

"Princesa", gritó, sacando a Leah de sus pensamientos.

Leah inmediatamente se dio cuenta de que había algo de lo que realmente quería hablar, pero había dudado, así que empezó a hablar de ello de forma indirecta. Melissa sintió que su boca se hacía pesada como si su lengua estuviera hecha de plomo.

Respirando profundamente, Melissa finalmente logró abrir la boca para hablar con gran dificultad.

"Yo, yo quería que lo supieras..." empezó, haciendo una breve pausa mientras intentaba forzar las palabras, "Yo fui quien te cambió de ropa esta vez... lo hice personalmente..." se detuvo de nuevo. Leah podía observar en sus ojos que estaba luchando contra muchas emociones en ese momento.

"Princesa, ¿ha... ha... habido algún avance no deseado en tu relación?"

Ishakan sin duda había dejado marcas por todo el cuerpo de Leah. Además de las innumerables marcas biológicas que tiene, también había moretones y huellas de manos en sus muslos y nalgas.

La apariencia externa de las manchas alrededor de su cuerpo podrían haber parecido graves desde el punto de vista de un extraño, que incluso calificándolo como un mal romance no podría ni siquiera empezar a describirlo. Resultaba natural que la Condesa Melissa malinterpretara la situación basándose sólo en sus hallazgos.

"Oh no, no es algo indeseable", respondió a la ligera, lo que dejó a la Condesa Melissa desconcertada.

"Entonces, en ese caso... ¿Ha sido... uno de los bárbaros...Kurkans?" preguntó, "¿Quizás... el Rey de los Kurkans?" tomando el hecho de que Leah podría haber tenido relaciones sexuales con alguno de ellos, inmediatamente modificó la forma en que los llamaba.

No podía seguir llamándolos bárbaros ahora, ¿Verdad?

Desafortunadamente, Leah se negó a seguir contestando. Melissa no pudo evitar empezar a preocuparse por las posibles consecuencias, cuando se llevó una mano a los labios, uno de sus muchos tics nerviosos.

Viendo a la Condesa llenarse de una preocupación sin sentido, Leah finalmente respondió a la pregunta que aún no había hecho...

Aquella por la que la Condesa estaba realmente preocupada...

"No te preocupes". Ella dijo, "No tienes que preocuparte por mi virginidad."

Era una respuesta vaga, ni una mentira, pero tampoco una verdad absoluta.

Pero si se le preguntara si todavía estaba intacta, evidentemente no lo estaba. Ella había perdido su castidad hace mucho tiempo. Y a pesar del hecho de que había planeado terminarla en una aventura de una noche, tal cosa no había sido posible.

Leah se preguntaba si podría hacer que la Condesa Melissa, alguien con tanta ingenuidad, entendiera su razonamiento.

"Y también..." su voz se quebró, antes de que se aclarara la garganta mientras intentaba mantener una apariencia fresca y relajada. "No planeo tener una relación con él. Es sólo una aventura pasajera."

Fue como si alguien hubiera abofeteado en la cara a Melissa, quien se quedó aturdida por su respuesta...

"Pri...princesa..." tartamudeaba, todavía un poco perdida. No podía encontrar una forma correcta de responder a la repentina revelación. Apenas se las arregló para susurrar...

"¿Qué está pasando?"

Ante su pregunta, Leah sólo pudo apartar la mirada sombríamente.

"Yo tampoco lo sé, Condesa."

Porque Leah realmente no sabía lo que estaba pasando con ella. Ni siquiera podía entender a Ishakan. Todo era un misterio, uno que ni siquiera podía empezar a descifrar. Cada vez que ella pensaba que finalmente había descifrado su secreto, él la sorprendía en cada ocasión, a veces haciendo cosas que ella ni siquiera pensaba que haría.

Desde que lo conoció, todas el razonamiento de Leah comenzó a desmoronarse.