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viernes, 24 de septiembre de 2021

Matrimonio Depredador - Capítulo 30

Capítulo 30. La Emoción De La Matanza (1)


Byun Gyongbaek solo la miró fijamente. Leah se encogió de hombros, reprimiendo la risa creciente en su garganta, respirando profundamente y soltándola poco a poco.

Era plenamente consciente de que Byun era el tipo de hombre que perdía los estribos con facilidad. Pero la imagen frente a ella actualmente estaba más allá de sus expectativas. Luchó para tratar de contener la risa mientras miraba a Byun Gyongbaek, quien tenía la boca abierta, tartamudeando de incredulidad.

"¡¿Q-Qué?!" Balbuceó indignado. Ishakan chasqueó la lengua, odiando el hecho de que tuviera que repetir sus palabras, pero lo hizo de todos modos.

"Te lo dije, soy yo quien hace el papel de prostituto aquí. ¿Tu dificultad para escuchar viene con tu vejez?" Lo refutó, y Byun Gyongbaek quedó totalmente boquiabierto.

"¡Cómo te atreves, basura!"

"¿Qué tal si cuidas tu salud primero antes de tener una novia más joven? Ese es un asunto serio del que preocuparse." Ishakan sonrió levemente, viendo la cara pálida de Byun Gyongbaek, antes de que se pusiera completamente rojo de ira. Esto último fue la gota que derramó el vaso, abriendo una brecha entre ellos.

"¡¿No tienes vergüenza?!"

Leah observaba al margen de todo, divirtiéndose por los acontecimientos que se desarrollaban delante de ella. Cuanto más tiempo pasaba, más difícil le resultaba reprimir la creciente risa. Incluso tuvo que darse la vuelta para evitar reírse a carcajadas.

Frente a ella, podía ver que para los gitanos era todo lo contrario. Estaban acurrucados muy cerca unos de otros. Claramente tenían miedo.

Siguiendo la línea de visión de los gitanos, los vio mirando con espanto a Ishakan. Podía verlos hablando entre sí, y al mirarlos más de cerca, parecían similares a los 'Kurkan'.

Mientras los gitanos seguían susurrando, algunos de ellos vieron a Leah mirándolos. Le dieron un codazo a quien tenían al lado, y luego dirigieron su mirada a Leah, antes de callarse. Pero ella podía notar que seguían susurrando, solo asegurándose de que no fuera capaz de leer sus labios.

Sin embargo, Leah no fue la única que se dio cuenta.

La mirada de Ishakan se movió alrededor de la zona, antes de enfocarse en los gitanos. Levantó una ceja, antes de moverse hacia un lado, y le indicó a Leah que se pusiera detrás de él. Ella lo hizo encantada, refugiándose detrás de su amplia espalda.

Al ver esto, Byun Gyongbaek se enfureció aún más.

"¡Intenté ser amable contigo, pero ahora solo estás buscando problemas!"

De repente, los caballeros de Byun Gyongbaek se adelantaron, blandiendo sus espadas. Los espectadores comenzaron a gritar de miedo, y se alejaron sin dudarlo ni un segundo más. Mientras tanto, Leah se mordió el labio al ver que la situación se salía de control.

Para el ojo externo, parecería que estos eventos fueron solo el resultado de un repentino estallido de ira, pero ella sabía con toda seguridad que eso no era cierto. Todo esto fue un acto premeditado, uno puesto solo para el espectáculo.

Porque Byun Gyongbaek sabía que su posición y poder se derivaban de un solo hecho: la guerra en curso con los Kurkan. En su desesperación por conservar su poder y control, ideó un plan que sin duda provocaría el caos y destruiría el tratado de paz.

Si el Rey de los Kurkan levantara su espada contra él dentro del Reino de Estia, entonces podría acabar con todos los esfuerzos realizados para seguir con el tratado.

Ishakan y Byun Gyongbaek sabían lo que esto implicaba. Pero a pesar de saber que Gyongbaek tenía un motivo subyacente, Ishakan no era alguien que se acobardara ante un desafío. No estaba dispuesto a echarse atrás.

Él soltó una carcajada, burlándose de ellos cuando levantaron sus espadas contra él y dirigió hacia Gyongbaek una sonrisa de satisfacción.

"¿Crees que esto es todo lo que se necesitaría para derrotarme?" Preguntó, incluso sus ojos tenían un claro sentido de victoria. "Contéstame, ¿Crees que esto sería suficiente?" Exclamó.

Leah sintió que se le ponía la piel de gallina al observar al Rey de los Kurkan. Era un espíritu salvaje. Sintió que alguien estaba detrás de ella. Cuando se giró para mirar, dejó escapar un grito ahogado cuando se dio cuenta de que era una cara familiar.

Era el hombre de hace un tiempo, el que apareció de repente en el callejón. Estaba aquí, inclinándose delante de ella sobre una rodilla, como lo haría alguien al mostrar su respeto, y susurró en voz baja.

"Su Alteza, Ishakan y Byun Gyongbaek tardarán bastante en terminar, ¿Aceptaría humildemente mis servicios?" Le preguntó. Estaba insinuando que en cualquier momento, los dos hombres podrían comenzar una pelea, y Leah no quería verse envuelta en el fuego cruzado, así que asintió brevemente.

Él le indicó bruscamente que lo siguiera hacia el callejón. Leah se había alejado dos pasos, antes de que los caballeros comenzaran a precipitarse hacia Ishakan. Al escuchar el ruido de las espadas, la gente gritó y se alejó corriendo.

Leah había intentado mirar hacia atrás para ver lo que estaba pasando, pero una mano persistente la mantuvo en movimiento.

"Es demasiado peligroso detenerse y mirar, Su Alteza. ¡Debemos seguir moviéndonos! Instó, "¡Rápido!"

Hizo todo lo posible por llevarla a un lugar seguro con él, pero a pocas cuadras de la pelea, Leah no pudo evitar detenerse. Su curiosidad se apoderó de ella, y se volteó para observar cómo progresaba la pelea.

Cuando se dio cuenta de que ella ya no lo seguía, se dio la vuelta y reprimió sus ganas de maldecir al verla parada sin hacer nada.

"¡No!" Él exclamó y rápidamente la alcanzó, "¡Por favor, si te quedas, estaremos en problemas!" Él suplicó, "¡Estaré muerto!"

Pero sus súplicas no fueron escuchadas. Leah estaba hipnotizada en la pelea, observando cómo los caballeros eran rápidamente vencidos por Ishakan. Había escuchado hablar del poder de los Kurkan, pero nunca presenció algo parecido.