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viernes, 24 de septiembre de 2021

septiembre 24, 2021

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 28

 Capítulo 28. La Furia de Heinley (1)




Reina solía visitarme a diario, pero no había aparecido en los últimos dos días. Según recuerdo, no nos habíamos comunicado desde que la sirvienta de Rashta fingió ser yo. Solo unas horas antes de la revelación, Reina había estado jugando en mi habitación. Mi estado de ánimo se volvió sombrío cuando recordé su chirrido y la última vez que lo abracé. ¿Debería criar un pájaro, como acaba de decir la Condesa Eliza?

'No. Los otros pájaros no son como Reina.'

"¿Estás pensando en Reina?"

La condesa Eliza pareció entender mis pensamientos más íntimos mientras seguía mirando hacia la ventana. Sonreí torpemente y no contesté. Extrañaba a Reina, pero si lo dijera en voz alta, podría interpretarse como si quisiera ver al Príncipe Heinley. Debido a eso, fui cautelosa.

En lugar de pedirme una respuesta, la condesa Eliza sacó un vestido rosa claro del armario. El vestido tenía una silueta delgada y caída, y era un poco menos extravagante que los vestidos de los últimos tres días.

"No irás a un gran banquete esta noche, así que la vestiré más elegantemente, Su Majestad."            

Mañana era el último día de las celebraciones de Año Nuevo, así como el día del banquete especial. Sin embargo, dado que sus asistentes generalmente cambiaban de un año a otro, había una cena previa la noche anterior para que los invitados se conocieran mejor. Como mencionó la condesa Eliza, era un poco irrazonable llevar un vestido extravagante a la cena cuando era sólo una reunión relativamente pequeña.

"Gracias, como siempre."

"Me siento honrada."

Gracias a los preparativos de la condesa Eliza, mi cabello liso estaba peinado en ondas y mi tez pálida se veía rosada. Con su ayuda, me puse el vestido y me observé en el espejo, luego fui al palacio central.

Nadie venía a trabajar durante las grandiosas vacaciones, pero quería revisar algunos documentos. Fui a mi oficina y miré por encima la lista de invitados para el banquete especial. Además de tener que mantener una conversación educada con los invitados extranjeros, tenía que familiarizarme con su cultura para no ofenderlos accidentalmente.              

"..."

Los invitados más notables eran el Príncipe Heinley y el Gran Duque Kapmen. El príncipe Heinley era especialmente una figura prominente.

"Tengo que tener cuidado con el Gran Duque Kapmen también..."

El Gran Duque Kapmen era el único invitado de otro continente, proveniente de la gran nación desértica de Rwibt. Fue invitado no sólo porque era un gran hombre, sino también porque era un estudiante extranjero que se graduó en lo más alto de la academia de magia. No había mucho intercambio entre los continentes, y los comerciantes no se quedaban mucho tiempo. Poco se sabía sobre la etiqueta de la corte de Rwibt. Uno de los pocos libros sobre la nación era "El Diario De Viaje," escrito después de la visita de un aventurero al país del desierto. Escuché que el Gran Duque Kapmen se había burlado del libro y dijo que no era en absoluto preciso.

"Ya ha estado estudiando en el extranjero durante algunos años, y debe ser tratado como si fuera uno de nosotros..."              

Después de una larga investigación y aprendizaje, llegó el momento de la cena.

Cuando salí de mi oficina, me encontré con la condesa Eliza y Sir Artina, que estaban afuera, y gritaron, "¡Su Majestad!" cuando me vieron.

"Me preguntaba si debía entrar."

"He estado mirando el reloj."

Por insistencia de la condesa Eliza, volví a mi habitación donde me retocó el cabello y el maquillaje antes de dirigirme al palacio oriental.

"¡Hermana!"

Rashta fue la primera persona que vi cuando entré en el comedor. Se cubrió la boca con sorpresa, luego sonrió y dijo, "¡Su Majestad!"

Mi suave expresión casi se desmoronó. ¿Estaba Rashta entre los veinte invitados especiales mañana? No, había revisado la lista hace un rato. Sovieshu debe haberla traído aquí. Si bien uno no podía asistir al banquete especial sin una invitación, los que no estaban invitados todavía podían ir a la cena.

Un momento después, el Príncipe Heinley, Sovieshu y la Princesa Soju entraron al comedor. La princesa Soju me miró como si dijera, '¿Qué pasa?' Pero negué con la cabeza y me dirigí hacia mi asiento. El príncipe Heinley me saludó y sólo le di un leve asentimiento. Podía sentir los ojos de la princesa Soju en mi dirección, pero no le preste atención y me senté con la cabeza palpitando. Fue solo después de que un sirviente echó agua en mi vaso cuando la princesa Soju se inclinó y me susurró en voz baja.

"Pensé que era una broma hasta hace un momento."

Su voz era tan baja que apenas podía oírla.

"¿Qué era una broma?"

Miró al príncipe.

"El príncipe Heinley. Creo que el rumor de que es un mujeriego es cierto. Él actúa tan dulcemente con la Señorita Rashta frente a Su Majestad, pensé que era una especie de natilla humana."

"¡Pub!"

Su expresión me provocó un ataque de tos mientras bebía de mi vaso, mientras que la princesa sonrió con diversión. La atención del Príncipe Heinley, Rashta y Sovieshu se dirigió hacia mí al mismo tiempo, rápidamente acomodé mi expresión y me tapé la boca con un pañuelo.

Ahora que la princesa Soju lo señaló, el ambiente parecía extraño. El príncipe Heinley era distante y misterioso como siempre, pero Sovieshu parecía más nervioso de lo habitual. De vez en cuando lanzaba miradas hacia el príncipe Heinley y Rashta. Y Rashta... ella parecía estar disfrutando de la situación. Sus mejillas estaban más enrojecidas de lo normal ante la atención tanto del Emperador como del Príncipe.

'Si hubiera sido Rashta con la que el Príncipe Heinley estuviera desde el principio, ¿qué habría pasado...?'

Mi corazón latió con el pensamiento repentino, pero pronto lo sacudí. Incluso si no fuera Rashta, Sovieshu aún habría traído una concubina algún día. La princesa Soju se inclinó hacia mí otra vez.

"Que extraño. El príncipe Heinley era tan abiertamente dulce con la señorita Rashta antes y ahora no."

No me molesté en mirar en su dirección esta vez. Poco después, la mesa se llenó con todos los invitados, y los sirvientes trajeron el primer plato: vino caliente con especias, apio fresco, salmón con papas y pollo escalfado en vino.

Estaba en medio de una prolongada comida cuando, de repente, hubo un fuerte golpe. El comedor se volvió silencioso. Sovieshu estaba mirando al príncipe Heinley, con su copa dorada sobre su plato. Todos los miraban con gran expectación.

"Eso es grosero, príncipe Heinley."

"¿Qué quiere decir? ¿Qué es grosero? ¿Es grosero de mi parte señalar que la persona que afirmó intercambiar cartas conmigo no conoce el contenido de dichas cartas? ¿Es de mala educación protestar cuando descubro que me están engañando?"

"Príncipe Heinley, cuida tu lengua."

"Dile a tu concubina que tenga cuidado."

"!"

"Esto es vergonzoso. Primero la sirvienta, luego la Señorita Rashta. ¿Están despreciando al Reino Occidental, despreciándome, o despreciando mis promesas?"

Los ojos de Rashta estaban tan abiertos como platos, mientras que el príncipe Heinley se recostó en su asiento y miró a Sovieshu con frialdad.

"Oh, quizás... ¿Su Majestad le ordenó a la Señorita Rashta que lo hiciera? ¿Qué me usara?"

"¡Príncipe Heinley!"
septiembre 24, 2021

Matrimonio Depredador - Capítulo 65

Capítulo 65. Planes de Refutación (1)


Leah sabía que debería haber evitado que Ishakan continuara. Sus palabras no tenían sentido. Además, en esta situación, la combinación de la política y el amor sólo conduciría a una cosa, el desastre.

Ninguno de los dos podía encontrar las palabras adecuadas. Era un tira y afloja. La delicada línea podría cruzarse en cualquier momento, pero ninguno de los dos estaba dispuesto a soltar la cuerda.

Aunque sonara inverosímil, en parte ella quería creerle. Leah quería depositar su confianza en Ishakan.

Sin embargo, sólo se sentía ridícula. ¿Cómo podía confiar en el enemigo de su país? Tenían sus propios objetivos, y sus corazones se oponían por su propio pueblo. Por un lado, Ishakan era el poderoso rey de los Kurkans, mientras que por otro lado, Leah era una princesa indefensa, que hacía todo lo posible por salvar a su país.

Era una tonta. Cada vez que estaba con Ishakan, siempre se ponía igual. Su razonamiento y lógica habitual se desvanecía, siendo reemplazados por la tentación y los impulsos emocionales.

Hacer lo que su corazón deseaba era lo que más quería: llevar el hermoso vestido de seda púrpura que Ishakan le había regalado mientras disfrutaba de la comida en el almuerzo en una atmósfera amistosa.

Deseaba reclamar la gloria de sus contribuciones, deseaba que la gente reconociera que era ella la que se esforzaba por abolir la esclavitud y no el príncipe heredero.

Deseos tan simples que Leah había estado reprimiendo por la etiqueta y la disciplina que tenía que cumplir.

Desde que lo conoció, Ishakan sólo había estado incitando la rebeldía en ella. Los sentimientos que deberían haber desaparecido se convirtieron en enormes llamas.

Resultaba difícil soportar la ardiente necesidad de dejarse llevar, de saciar esos sentimientos más íntimos y deseos desenfrenados.

Ishakan era un combustible, lo suficientemente poderoso para hacer que una chispa estallara en una llama, en contra de sus deseos.

Cuando la Condesa Melissa se enteró de lo que había pasado en el palacio, se alteró muchísimo, por el bien de Leah. La situación del vestido de seda púrpura en especial, la puso muy preocupada. Un vestido tan hermoso, que el dinero no podía comprar, había sido robado y arruinado antes de que Leah pudiera siquiera tocarlo.

Melissa quería encontrar inmediatamente al culpable, pero la princesa la pacificó primero.

"Tengo mis razones para contarte esto. Quiero superar este problema."

"¡Pero, princesa...!"

"Como la Dama de Compañia Principal, quiero que tomes el mando, para que las sirvientas no se dividan. Sé que lo que te pido es difícil, pero..." Leah tomó la mano de la Condesa Melissa. Parecía que le estaba suplicando.

"......"

"Si hubo una sirvienta que me vendió para ganar una fortuna, estoy segura de que lo hizo por circunstancias inevitables. Me iré pronto de todos modos... No importa lo que haga la reina, sólo tenemos que soportarlo."

La Condesa Melissa no respondió, mantuvo su boca cerrada por un tiempo. Con la cara pálida, se forzó a hablar.

"¿Por qué no te dejan tranquila?" Su mano seca y arrugada cubrió su cara. Melissa permaneció en silencio durante un rato.

"...Si tan sólo viniera de una familia con más poder."

Las palabras que susurró parecían estar llenas de remordimiento. Siempre que algo malo le ocurría a Leah, la Condesa Melissa se culpaba a sí misma. Sentía mucha lástima por la princesa, y las innumerables injusticias que tenía que soportar.

"Condesa."

"Le pido disculpas. Hablé incorrectamente delante de Su Alteza."

"No, yo soy la culpable. No merezco tenerla a usted." Leah se acercó a la Condesa y abrió sus brazos. La Condesa Melissa inmediatamente abrazó a Leah.

Suspirando profundamente, dijo: "No, no soy digna de tener una ama como tú. Eres la única que tengo, con la que puedo contar."

"No seas así, Melissa."

"Su Alteza podría pedirme que sirva a otro ama una vez que dejes el palacio, pero no me agrada la idea."

Leah sonrió débilmente como si supiera lo que Melissa estaba diciendo.

El destino de la princesa estaba escrito en piedra: se le prometió a Byun Gyeongbaek y la gente estaba anticipando la reunión. Melissa nunca podría cambiar esto. Carecía de ese poder y por eso se culpaba a sí misma.

Leah recordó su última elección, la muerte en vez de la vida miserable que le esperaba, y rezó para que eso no le trajera demasiada desdicha a Melissa. Tan pronto como pensó en eso, una voz apareció en su cabeza.

|Si digo que me haré responsable... Entonces, ¿Qué harás?|

Sus palabras se quedaron en su cabeza, como un insecto molesto que no la dejaba quieta. No dejaba de volar a su alrededor, no importaba lo mucho que intentara evitarlo.

Su voz, sus ojos y su nariz sobre unos labios bien formados... La suave y sincera expresión de su cara... todo cobró vida en su mente.  Podía trazar su suave mandíbula, el arco de sus cejas y sus profundos ojos.

Al recordar estos recuerdos indeseados, se dio cuenta de algo. Todo el tiempo, su corazón había estado queriendo algo... Quería vivir.

***

Los aristócratas de la sociedad, que estaban mezclados en la sala, estaban muy satisfechos de los chismes que acompañaban al escandaloso banquete de bienvenida para los Kurkan.

Los chismosos extendieron la historia entre el Rey de los Kurkans y la Princesa de Estia. Sólo pensar en la flor de Estia, y en el fuerte rey bárbaro interactuando, bastaba para crear una imagen controvertida.

La hija real, con sus vívidos ojos violetas, era una noble figura envidiada por todos los aristócratas, especialmente por las mujeres. Había bastantes nobles que no estaban satisfechos con el hecho de que se hubiera convertido en la prometida del viejo y poderoso Byun Gyongbaek.

"¡Pero el rey bárbaro apareció como carne fresca! Todo el mundo está deseando observar a Byun Gyongbaek hervir de rabia." El Conde Valtein estaba tan emocionado que se jactaba de los chismes.

"Su belleza es excepcional, pero desconozco cómo perciben los Kurkan la belleza de Estia. Estoy interesado si..."

Al notar la mirada del Ministro de Finanzas Laurent, el Conde Valtein se detuvo con su alarde. Aunque le picaba la lengua por hablar, terminó deteniéndose y cambiando el tema.

Sacó de su bolsillo una pequeña caja de terciopelo envuelta en un lazo rosa. Luego, procedió a desatarla y la abrió con orgullo mientras la empujaba hacia el centro de la mesa. El contenido del interior se reveló, presentado en papel de seda de color melocotón.

Era algo desconocido para la persona que se lo presentaba, el Ministro Laurent.

El Conde Valtein sacó el pecho con orgullo y habló con arrogancia. "Esta es la última tendencia". Sostuvo la caja como si contuviera una misteriosa y preciosa joya.

"¿Dátiles de Palmera?" respondió el Ministro confundido.
septiembre 24, 2021

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 27

Capítulo 27. Voy En Camino A Verte (2)



La asistencia a los banquetes generalmente se reducía al tercer día de las celebraciones de Año Nuevo. No tenía la prioridad ni del primer ni del último día, y todos querían divertirse en la ciudad o socializar con las personas con las que se habían hecho amigos. Ese había sido el patrón durante tres años. Hasta ahora.

"Hay mucha gente aquí hoy, Su Majestad."

La condesa Eliza chasqueó la lengua.                  

"Supongo que es por los rumores sobre el príncipe y la sirvienta."                  

Hablé de manera desinteresada. Todavía no había decidido cómo debería reaccionar a esto. Era a la vez incómodo y divertido de pensar.

Sin embargo, Rashta— quien estaba rodeada de otros nobles sin Sovieshu— era la que parecía más preocupada y no dejaba de mirar a la duquesa Tuania.              

'¿Ellas se conocen?'                 

Se oyó el ruido de la puerta abriéndose. Levanté la vista, esperando que entrara Sovieshu, pero era el Príncipe Heinley. Tomada de su brazo estaba Cherily, la sirvienta de Rashta.

"Dios mío. Él realmente la trajo aquí."

La condesa Eliza habló en un susurro. Cherily se veía mucho más brillante con un vestido rosa pálido en comparación con su uniforme de sirvienta.              

"Ese vestido se ve muy caro."

"El príncipe Heinley lo compró para ella, ¿no es así?"

"Se ven bien juntos de alguna manera. Estoy seguro de que es porque habían estado buscando a alguien de quien estaban enamorados."                  

La habitación comenzó a zumbar con chismes. En ese momento, el príncipe Heinley miró directamente hacia mí. Asentí saludándolo, pero él hizo una expresión extraña, luego frunció el ceño y sacudió la cabeza.              

'¿Qué significa eso?'

Me pregunté por ese inusual intercambio, pero antes de que pudiera pensar más en ello, el Príncipe Heinley se alejó con Cherily a su lado. Poco después, Sovieshu entró en la habitación, miró a su alrededor y se dirigió hacia Rashta.

"..."                    

Me di la vuelta, recogiendo una copa de un sirviente que pasaba. No comprobé qué bebida era, hasta que mis papilas gustativas me informaron que era jugo de fresa. Era muy dulce, un contraste con mi estado de ánimo. Entonces, la música comenzó a sonar. No estaba de humor para bailar, así que me acomodé en un sofá junto a la pared y hablé con los invitados.

Sin embargo, algún tiempo después, una conmoción en medio de la habitación interrumpió mi conversación. Levanté la vista y vi que todos los ojos estaban dirigidos hacia el Príncipe Heinley, que parecía desconsolado, y a la sirvienta de Rashta, cuya cara estaba manchada de rojo por las lágrimas. La dulce atmósfera de hace tan sólo unas horas se había disipado por completo. Ella estaba aterrorizada, mientras que él parecía que estaba reprimiendo su ira. ¿Qué estaba pasando? No podía oír bien desde aquí así que me levanté y me dirigí hacia la multitud.

"¿Por qué me engañaste? Te lo dije, estaba buscando a alguien importante."

Cuando estuve lo suficientemente cerca, pude escuchar la voz del Príncipe Heinley e inmediatamente entendí la situación. La sirvienta había sido atrapada mintiendo. Tenía la cara completamente roja y apenas podía ahogar una respuesta.

"Esto es absurdo."

El príncipe Heinley exhaló mientras esperaba la respuesta de la sirvienta.                

"¿Es esto lo que hacen los sirvientes en el Imperio Oriental? ¿Engañar a la realeza? No, independientemente de su estatus, esto sigue siendo un engaño, ¿no es así?"

No estaba claro si despotricaba para sí mismo o hablaba de forma cáustica, pero algunos nobles miraron a la sirvienta y uno murmuró en voz baja,

"Trayendo desgracia al país..."

La sirvienta lo oyó y se puso más roja que antes.

"¿Qué pasó?"

Me dirigí a la noble que estaba a mi lado y ella bajó la voz para explicármelo.

"No sé exactamente. Estaban teniendo una conversación amistosa, pero creo que el príncipe estaba interrogando a la sirvienta."

Ella pensó por un momento antes de continuar.

"Creo que la sirvienta no sabía los detalles exactos de las cartas."

"Ya veo. Gracias por decírmelo."

La noble dama se giró de nuevo hacia la escena del príncipe y la sirvienta.

Consideré la situación por un momento. Si no se calmara, entonces sería mejor para mí intervenir e interrumpir. Pero si la sirvienta le hizo daño al Príncipe Heinley, era ella o su maestra, Rashta, quienes tenían que disculparse.

La sirvienta tembló mientras miraba a Rashta como si tuviera el mismo pensamiento. Pero Rashta solo la miraba sorprendida, y parecía no querer intervenir. No tenía elección. Tenía que hacerlo.

"¿Sabes lo que creo? No creo que me hayas mentido por completo, ¿verdad?"

"¿Eh...?"

"Pensé que me habías engañado por completo al principio. Pero no soy un tonto. Estoy seguro de que sabes sobre las cartas."

La voz del príncipe Heinley era baja, pero su voz se transmitía fácilmente en la habitación. No era la única que parecía sorprendida. La sirvienta mintió, pero eso no significaba que no supiera nada...

No sabía si Rashta estaba involucrada, pero la Vizcondesa Verdi tenía que ser responsable, al menos de esto.

"¿Sabes lo que pienso? Creo que no fuiste tú quien intercambió cartas conmigo, pero sabes quién lo hizo. Tú eres la intermediaria. ¿Cierto?"

"Yo... yo..."

"¿Quién es tu maestro?"

El príncipe Heinley sonrió.

"¿No es a tu maestro al que he estado buscando?"

Mi lengua se sentía pesada en mi boca. Qué completo malentendido...

A pesar de su audaz razonamiento, los ojos del príncipe parecían fríos.

"¿Es eso sólo ira en sus ojos?"

Rashta, que no había dicho ni una palabra hasta el momento, suspiró y dio un paso adelante.

"Pensé que el príncipe Heinley era sólo un hombre juguetón cuando intercambiamos cartas. Eres sorprendentemente perspicaz."

Rashta no estaba simplemente avanzando. Ella habló con un matiz que sugería que lo conocía a través de las cartas, y los nobles intercambiaron miradas entre ellos. El príncipe Heinley miró a Rashta con las cejas levantadas y luego sonrió.

"Señorita Rashta. Suenas como la persona que he estado buscando."

"Eso es correcto. A la que estabas buscando soy yo."



¿Qué? ¿Estaban Rashta y la sirvienta conspirando juntas?

No, no lo creí. La sirvienta de Rashta se veía completamente en shock. El príncipe Heinley estudió a Rashta cuidadosamente con una expresión ilegible en su rostro.

"¿Por qué enviaste a la sirvienta en tu lugar?"

"Porque Rashta es la mujer del emperador. Por supuesto, usted y yo sólo somos amigos, pero Rashta estaba preocupada de que su Majestad se ofendiera."

"…"

"Aunque te considero mi amigo, espero que tú tampoco te ofendas."

Rashta entornó sus ojos mientras hablaba, mientras el príncipe Heinley inclinaba la cabeza. Era como si el tiempo se hubiera congelado cuando la miró. Luego estalló en risas.

Rashta se estremeció. El príncipe Heinley pareció leer fácilmente la mentira de Rashta y la encontró muy divertida. O tal vez sólo pensé haber visto eso porque ya sabía que ella no estaba diciendo la verdad...

"¿Él sabe que está mintiendo?"

Laura susurró en mi oído. Así que no fueron sólo mis ojos. ¿Podría seguir siendo una ilusión? Por un momento, la burla apareció en los ojos del príncipe, pero luego sonrió sin pedir pruebas.

"Ya veo. No me ofendí en absoluto. Pero, ¿y si tú también eres una farsante?"

"¿Has terminado de pensar? Puedes preguntar todo lo que quieras. Rashta está segura."

"No, está bien. No creo que la Señorita Rashta mintiera sobre esto."

"Por supuesto."

Rashta respondió con seguridad, y la esquina de la boca de Heinley se deslizó hacia arriba.

"Espero que sea verdad esta vez, Señorita Rashta. Es probable que una segunda mentira me enoje aún más."

Sus ojos se dirigieron a la sirvienta que dijo la primera mentira. Su mirar amistoso de antes se había ido, y la frialdad de su mirada obligó a la sirvienta a inclinar la cabeza.

"Dado que ella se hizo pasar por usted, Señorita Rashta, ¿se encargará del castigo?"

Cuando Rashta asintió, enderezó la espalda y se fue.

***

"Dios mío, ¡¿quién iba a pensar que era tan zorra?!"

Tan pronto como regresé al palacio del oeste, mis damas de compañía explotaron de ira.

"Su Majestad, ¿dejará que esa humilde cosa siga por ahí, así como así?"

"¡Incluso después de convertirse en la concubina del emperador, ella trató de hacerse amiga del príncipe de otro país mintiendo!"

"¡Cómo se atreve!"

La condesa Eliza solía ser muy tranquila, pero ahora se estaba abanicando furiosa.

"El Príncipe sabe que Rashta está mintiendo, así que no estén tan enojadas."

No podía dejar que las damas de compañía se fueran de lengua, así que dije algo para calmarlas. Las damas me miraron sorprendidas, como si se preguntaran por qué estaba tan complacida. Laura resopló furiosa.

"Al principio parecía un poco suspicaz, ¡pero luego lo supo! ¡Era obvio que él sabía que estaba  siendo engañado!"

Otra dama intervino.

"Tal vez Rashta piensa que puede engañarlo con su cara bonita."

"Si él pensara que Rashta era genuina, no habría dudado."

Las damas de compañía asintieron.

"¿Entonces el Príncipe Heinley se dejó engañar deliberadamente por sus mentiras?"

"Eso creo. Es extraño que lo engañen dos veces de la misma manera. Pero lo verdaderamente extraño es..."

¿Por qué? Tal vez, como dijo una de las damas, le gustaba Rashta, independientemente de si ella estaba mintiendo.
septiembre 24, 2021

Matrimonio Depredador - Capítulo 64

Capítulo 64. Sed Insaciable de Poder (2)


Incluso si ella actuaba de forma equivocada, Ishakan se iría de todas formas. Sus vidas eran de mundos separados. Entonces, Leah sería la que tendría que ocuparse del desastre que Ishakan había creado después de que se marchara.

Aunque ella sabía eso... las ganas de llorar obstruían su garganta. La confusión que sentía en su corazón, la atravesaba como espinas dentadas. Leah era fuerte pero delicada al mismo tiempo.

Leah parpadeó e inhaló el aire fresco. El aroma de la virilidad de Ishakan entró en su nariz. Intentó reinar sobre sí misma, advirtiéndole.

"No me compadezcas si no te responsabilizas de nada."

"¿Compadecerme? Estás diciendo tonterías." Dijo con los dientes apretados.

"¿Lo nuestro no es sólo hacer el amor?"

"......" Como si sus palabras estuvieran en su garganta, Ishakan permaneció en silencio. Leah se liberó de su control; como si se estuviera liberando de Ishakan, tanto emocional como físicamente. Cuando Leah se giró, Ishakan la agarró de nuevo.

"¡Suéltame!"

Sin embargo, Ishakan no la soltó. Leah luchó, golpeando su pecho, e intentando apartarse de su cuerpo. Odiaba a Ishakan por jugar con ella. Por molestarla y crearle un problema para que lo arreglara. Por interrumpir la paz que tanto se había esforzado por mantener.

Pero sobre todo, se odiaba a sí misma por dejar que Ishakan la arrastrara.

La diferencia que existía entre sus fuerzas era como el cielo y la tierra. Ishakan simplemente la dominaba, obligándola a abandonar su incesante lucha.

Él abrió su boca, su voz se quebró. "Yo…"

Leah lo miró con desprecio. La ira que se reflejaba en los ojos dorados había desaparecido hace tiempo.

"Si digo que me haré responsable..." La resistencia de ella se disipó mientras contenía la respiración.

Como si estuviera bajo un hechizo, Ishakan miraba fijamente a Leah, sin pestañear. Las siguientes palabras que pronunció con cautela sirvieron como una confirmación de su relación.

"Entonces, ¿Qué harás?"

***

Blain sólo miraba inmóvil la silla vacía. Sin embargo, no importaba cuánto tiempo la mirara, sabía que nunca volvería.
 .
Sus dientes mordieron con fuerza sus labios, y salieron palabras de resentimiento.

"Huh... maldición."

Aunque el rey estaba sentado a su lado, no le importaba y maldijo.

BANG.

La mesa tembló mientras derramaba su rabia, golpeándola. Sándwiches y delicias sin tocar se volcaron, chocando con los otros alimentos de la mesa. Una copa de vino rodó y se estrelló contra el suelo.

El penetrante sonido del vidrio chocando con el suelo y rompiéndose alimentó la furia de Blain.

Inmediatamente, agarró el mantel, y arrastró todo hasta el borde de la mesa. La mayoría de los cubiertos y la comida finamente servida se cayeron al suelo.

BANG!

CRASH.

PANG!

Blain maldijo mientras lanzaba lo que quedaba sobre la mesa por todas partes. Tenedores y cuchillos afilados volaron hacia atrás donde se encontraban las sirvientas en espera. Sin embargo, afortunadamente pudieron esquivar el ataque.

Nadie pudo detener a Blain.

Ni siquiera el rey dijo algo y sólo presenció sus acciones, con ansiedad. Sólo cuando Cerdina volvió al almuerzo, Blain, que estaba descargando su ira, cesó su destrucción.

Con un nuevo elegante vestido, y una cara empolvada, Cerdina volvió mirando con su habitual majestuosidad. Ya no olía como si estuviera empapada en alcohol, sino que emanaba de su cuerpo la esencia jazmín de un perfume fragante.

Recuperando su elegante compostura, volvió al almuerzo y observó los asientos vacíos donde Leah e Ishakan se habían sentado. Pero hace tiempo que habían desaparecido, sólo quedaban Blain y el rey.

Viendo a su hijo de esa manera, se puso la mano sobre su pecho.

"Blain..."

El rey, que se alegró mucho de su regreso, ni siquiera fue reconocido por Cerdina. Sólo Blain estaba a su vista. Respiraba agitadamente, y lentamente levantó su mirada para encontrarse con la de ella.

"Ciertamente pensé que era mía, pero aparentemente, no lo era."

Murmuró con ojos temblorosos. El estado de locura en el que se encontraba se notaba a simple vista. "Parece que aunque me convirtiera en rey, no puedo vencerlo. No basta con ser el rey de Estia."

Sus ojos brillaban, una malvada idea se formó en sus fríos iris. Sus pupilas se dilataron, rebosando de un delirio enloquecido. Una sonrisa se extendió por sus labios, distorsionando su rostro.

"Si tan sólo tuviera más poder". El siniestro tono que acompañaba a su voz transmitía sus malas intenciones al máximo.

Al decir esto, los ojos de Cerdina se agrandaron. Sin embargo, su reacción no se debía a que le doliera mirar a su amado hijo sufriendo.

Más bien...

"Sí, mi amado Blain..."

Una alegría abrumadora la llenaba mientras susurraba estar de acuerdo, entendiendo sus pensamientos inmediatamente. Tenían un buen vínculo entre madre e hijo.

"La falta de poder, en efecto, es una gran vergüenza. Por lo tanto, sé codicioso, sé ambicioso y busca el poder."

"Madre..."

Cerdina le sonrió amorosamente a Blain, que estaba envuelto en emociones, de inseguridad y envidia. Ella alimentó sus malvados deseos, con dulces palabras de apoyo. Una atmósfera de falso afecto invadió el almuerzo que había sido completamente devastado momentos antes.

"Te sentarás en la posición más alta del continente, Blain."
septiembre 24, 2021

Matrimonio Depredador - Capítulo 63

Capítulo 63. Sed Insaciable de Poder (1)


Blain seguía sentado en la mesa, usando el almuerzo inútil, como excusa para hacer que Leah se quedara. "He dicho que no te vayas, Leah."

Sin embargo, Leah no le respondió.

Incapaz de soportar su falta de respuesta, Blain pisó el suelo fuertemente desde su asiento. Una gran amargura estaba expresada su rostro, la  desobediencia de Leah estaba causando una furia imparable en Blain. Entonces, Blain golpeó la mesa con su puño cerrado, todo lo que estaba sobre la mesa se sacudió. Intentaba intimidarla para que se quedara.

Sin embargo, era demasiado tarde. La mano de Leah ya estaba extendida hacia Ishakan. Tan pronto como sus dedos hicieron contacto, Ishakan los entrelazó inmediatamente. Su agarre era tan poderoso, que incluso ella estaba asombrada. Ishakan agarró su mano, de forma estable y segura, luego la haló hacia su pecho.

En un parpadeo, con unas pocas y poderosas zancadas, habían abandonado la mesa del almuerzo y el jardín.

Blain, aún envuelto en su ira, trató de perseguirlos. Sin embargo, su mano, que había tratado de robar a Leah, falló por pocos centímetros, antes de que Ishakan se la llevara. No agarró más que el aire frío.

"......"

Después de soltar su agarre en el aire, Blain bajó su puño y lo apretó tan fuerte que sus uñas se clavaron en su piel. Sin embargo, ignoró el dolor. No era nada, comparado con los sentimientos de confusión y rabia que lo consumían en ese momento. Por un momento, había rozado el lugar vacío donde Leah se había sentado. Sus gélidos ojos azules temblaban intensamente, dirigiendo toda su hostilidad hacia Ishakan.

Era su última oportunidad. Mientras Ishakan arrastraba a Leah fuera del jardín, Blain reaccionó y gritó a los caballeros que hacían guardia en la entrada del almuerzo para detenerlos. Sin embargo, era demasiado tarde.

Debido a lo largas que eran sus piernas, recorrieron el lugar rápidamente, y pronto, el jardín donde se celebraba el almuerzo no estaba a la vista.

Frente al laberinto del palacio, se detuvieron en un pasillo bordeado de pilares de mármol.

Los hijos e hijas de los nobles que jugaban cerca, notaron la intensa figura de Ishakan arrastrando a Leah. Y dándose cuenta de que eran figuras importantes, se dispersaron rápidamente como hormigas empapadas de agua.

Sus alrededores se volvieron inmediatamente silenciosos. Incluso si se cayera un alfiler se podría escuchar.

Ishakan miró a Leah y exhaló, finalmente soltando el agarre que tenía sobre la muñeca de ella.

En el momento en que su mano caliente la soltó, Leah escondió su mano detrás de su vestido, sin embargo, Ishakan notó su acción e instantáneamente agarró su muñeca de nuevo.

Su mano había dejado marcas rojizas en su blanca y delgada muñeca. Aunque Ishakan había intentado agarrarla suavemente, Leah era tan pálida y frágil que había dejado marcas en su piel. Ella estaba realmente hecha de vidrio.

"¡Por qué...!"

Sorprendido, Ishakan detuvo sus palabras mientras su voz se elevaba bruscamente. Se llevó la mano a la cara, cubriéndose los ojos, mientras las emociones mezcladas fluían en su interior. Un fuerte suspiro descorazonado salió de su boca.
septiembre 24, 2021

Matrimonio Depredador - Capítulo 62

Capítulo 62. Piérdete


Cerdina parpadeó. Luego, separó lentamente sus labios y los cerró de nuevo.

Sin palabras, sus ojos se movieron con irritación.

La situación en el almuerzo se había convertido en un completo desastre. Leah observaba la escena que se desarrollaba con la mirada perdida, parecía que su mente estaba demasiado impactada para procesar la catástrofe que había estallado en el momento en que Cerdina había provocado a Ishakan y le había arrancado su último hilo de paciencia.

Con toda honestidad, era un hecho previsible. Desde el momento en que Cerdina había robado el vestido de Leah, había agitado las aguas. La flagrante falta de respeto y el engaño, simplemente fueron el fósforo que había encendido la bomba de tiempo.

No importaba lo desesperada que estuviera Leah, sus intentos de enmendar la situación era inútil. El eventual enfrentamiento se produciría entre las dos partes, independientemente de los esfuerzos que hiciera para retrasar el futuro. Sus suplicantes intentos de pacificar al Rey de los Kurkans, sólo sirvieron para ganar tiempo. Al final, la explosión todavía ocurriría inevitablemente.

Gotas de rojo carmesí goteaban de los bordes de la copa de cristal. Ishakan bajó lentamente su copa, y una sonrisa despectiva se extendió por sus labios. Sus ojos miraban con odio a Cerdina, y su significado estaba claro. Piérdete.

Al encontrarse con los ojos de Ishakan, Cerdina se puso rígida. El hombre que estaba delante de ella tenía un aura aterradoramente poderosa, y ella tartamudeaba en su presencia.

Mirando su lamentable estado, Ishakan soltó palabras de sarcasmo.

"Ese vestido, pensé que no te quedaba bien."

Su declaración fue un claro insulto, con nada más que desprecio retratado en su tono. Todo lo que Cerdina pudo hacer fue bajar la cabeza y levantar las comisuras de su boca. Sus labios de color rojo profundo estaban curvados en un arco mientras proyectaba la más elegante y hermosa sonrisa, que trataba de ocultar sus anteriores acciones atrevidas. Su sonrisa era bastante extraña, sobre todo en su situación actual.

Cerdina levantó su mano en un gesto elegante, y señaló a una sirvienta. Entonces, se levantó de su asiento y le habló refinadamente a Ishakan.

"Me iré un momento a cambiarme de ropa."

Con el apoyo de las sirvientas que acudieron a toda prisa a ayudar a su señora, Cerdina se marchó del almuerzo, sin vacilar en su paso. El rey, que se había quedado solo tras ser abandonado repentinamente por su esposa, tenía una expresión de nerviosismo.

Sus ojos se posaron en todas partes, excepto en Ishakan. El cobarde rey estaba tan tenso que no podía ni siquiera culpar a Ishakan que había sido tan abiertamente grosero con sus acciones. El rey de Estia, se comportaba exactamente como un cachorro, que había perdido a su ama.

De hecho, no se merecía el título: Rey de Estia. La poca dignidad que le quedaba para mantenerse erguido, incluso eso, estaba ahora arruinada. Un líder como él, sólo podía llevar a su país a un destino; la ruina.

Los ojos de Leah se posaron en el rey. Sentía el peso de su familia sobre sus hombros, más pesado que una piedra. Su corazón se hizo un nudo, constreñido por la frustración del desastre con el que tenía que lidiar. Un suspiro afligido salió de sus labios.

'¿Qué tan tonto eres? Esta negociación decide el destino del país, pero... en vez de ayudar... no puedo creer que lo estés arruinando...'

Aunque el Rey de Estia suplicara perdón y se arrodillara ante el Rey de los Kurkans, no sería suficiente. La misericordia resultaba demasiado indulgente, y además, el orgullo de la familia real de Estia supondría un obstáculo en su camino.

Leah se sentía como si hubiera sido arrojada a una zona de guerra. En ambos lados, una brutal matanza estaba en curso, y no importaba cuán desesperada estaba por detener la locura, sus gritos sólo llegaban a oídos sordos. Ni siquiera el eco de su voz regresaba, incluso cuando su garganta se quedaba ronca y sangró.

Envuelta en la miseria, Leah se levantó lentamente de su asiento. Consideraba que no había ninguna razón para quedarse en el almuerzo. Todo se había arruinado, y por eso, era mejor para ella irse que estar perdiendo el tiempo sin sentido en este almuerzo.

Cuando Leah estaba a punto de moverse, una sombra se cernió sobre ella.

"Princesa."

El hombre al que se le había faltado continuamente el respeto, extendió su mano hacia Leah. Lentamente, ella lo miró. Sus ojos recorrieron su gran cuerpo, hasta que llegaron a sus ojos, y luego a su mano. El tamaño de su mano duplicaba la de ella.

Dudando, ella levantó su brazo, con la intención de colocar sus dedos en la gran palma de su mano. Sin embargo, hizo una pausa. No estaba segura del futuro al que podría conducir si lo hacía, y por lo tanto, no podía aceptarlo fácilmente.

Viéndola insegura, Ishakan no la presionó. Sólo la observó con calma, esperando pacientemente a que Leah hiciera algo. Ella tenía su mente nublada, y sus emociones en conflicto.

En momentos como éste, Ishakan actuaba extrañamente paciente. No actuaba con su fuerza imprudentemente para conseguir lo que deseaba. Un lado que sólo le mostraba a Leah; cuidado y paciencia.

Sintiendo que estar con Ishakan era mejor que quedarse en este lugar, extendió la mano para agarrarlo, cuando de repente una voz severa interrumpió.

"Siéntate". Blain habló fríamente. "¿Adónde vas? El almuerzo aún no ha terminado."
septiembre 24, 2021

La Emperatriz Se Volvió A Casar - Capítulo 26

Capítulo 26. Voy En Camino A Verte (1)



Inmediatamente sospeché.

La sirvienta posiblemente no podría saber sobre las cartas. Además, mi amigo de cartas y yo todavía nos estábamos comunicando. ¿Por qué diría una mentira tan frágil cuando podría ser atrapada tan fácilmente? ¿Rashta tuvo algo que ver con esto?

‘¿La vizcondesa Verdi le dijo sobre las cartas a Rashta?’

Quizás Laura estaba pensando lo mismo, y me dio una mirada extraña. Moví levemente mi cabeza hacia ella y sonreí. Si la sirvienta fuera sorprendida mintiendo, ella sería responsable de ello.

No tenía que preocuparme por eso.

***

Paul McKenna era el líder de la Orden del Dragón— un grupo de caballeros liderados personalmente por el Príncipe Heinley— así como el asistente personal de Heinley.

Aunque no figuraba en el árbol genealógico, McKenna era el primo bastardo del Príncipe Heinley, y también se desempeñaba como su ayudante cercano. Se destacó en literatura y artes marciales, y cuanto más probable era que el Príncipe Heinley sucediera al trono, más atención recibía McKenna. Todos lo elogiaron por ser un caballero que apoyaba al príncipe libre y descuidado. Pero esa era solo la historia de extraños. McKenna mismo se vio a sí mismo no solo como el apoyo del príncipe, sino como su pieza de ajedrez más poderosa.

"¿Sabes de lo que todos están hablando?"

Era la misma rutina otra vez. McKenna simplemente no podía entender lo que había dentro de la cabeza del Príncipe Heinley.

"¿Por qué? ¿De qué están hablando?"

El príncipe Heinley le ofreció una sonrisa y un músculo en la frente de McKenna se tensó. Odiaba esa sonrisa astuta.

"Están hablando sobre el rumor de que el príncipe de una nación había estado buscando a una sirvienta del palacio. Es una historia romántica. Todos tienen curiosidad al respecto, y cuando paso por delante de ellos es de lo único que hablan."

"Hmm."

"No es momento de sonreír. ¿Y si en pocos días se extiende por toda la capital?"

"Entonces déjame en paz por unos días."


El Príncipe Heinley miró con indiferencia, y McKenna suspiró.

"¿Por qué permites que este engaño siga? Sabes que la sirvienta no escribió esas cartas."                      
Un ligero pliegue se formó entre las cejas del Príncipe.

"¿Cómo lo supiste?"

"¿Crees que solo te veo una vez cada pocos años, Su Alteza? Con sólo mirar tu expresión, puedo decir que estás fingiendo. Toda tu cara está absolutamente cubierta de dolor, así que, por supuesto, ella no es la indicada."

"…"

"Por casualidad, ¿te has enamorado de ella y te dejas engañar voluntariamente?"

Pensando que entendía el caso, McKenna dio un paso atrás. Sin embargo, la cara del príncipe se volvió como una piedra, y McKenna se dio cuenta de que sus suposiciones eran falsas.

"Entonces, ¿por qué demonios estás dejando que suceda? Tienes que decirme qué estás pensando para que pueda prepararme para lo que está sucediendo."

Lágrimas de frustración se formaron en los ojos de McKenna. Incluso si el Príncipe Heinley hizo esto sin intención, los resultados siempre han sido los mismos. En la mayoría de los casos, era McKenna el que tuvo que limpiar el desorden del Príncipe, ya sea que el resultado fuera bueno o malo. Al menos quería una advertencia.                      

"Quiero crear un sueño feliz." Dijo el Príncipe.

"... ¿cómo enamorado?"

"No, no así, McKenna."

"Pero ¿por qué un sueño feliz? ¿Tienes pesadillas?"

"Es más seguro despertarse de una pesadilla. La realidad es más cómoda."

"... ¿Supongo?"

"Pero, ¿y si te despiertas de un sueño feliz?" Preguntó.

"Eso se sentiría como morir inútilmente."

Heinley sonrió, fingiendo disparar una pistola con los dedos.                    

"Exactamente. Le advertí a la sirvienta claramente. Si estuviera mintiendo, me enojaría tanto que no sabría lo que podría llegar a hacer."

"¿Así que la harás feliz y la abandonarás?"

"Sí."

La sonrisa del príncipe Heinley se amplió aún más.

"Tienes una mala personalidad, ¿sabes?"

McKenna chasqueó la lengua.            

"¿No sería mejor castigarla por engañar a la familia real?"

Eso sería mucho más simple. Él simplemente no podía entender por qué el Príncipe Heinley pasaría por la molestia de llevar a cabo este truco.                      

"No. Creo que las heridas del corazón son más profundas que las heridas del cuerpo."

"En casos extremos, puedes encarcelarla o azotarla."

"Por supuesto que no, McKenna. Eso me haría quedar mal."

El príncipe Heinley luego lo criticó suavemente por ser poco ingenioso, y McKenna apretó la mandíbula.

"¿Por qué rompería la impresión de ser un príncipe juguetón y mujeriego debido a una mentirosa?"

McKenna suspiró.

"Sí, Su Alteza. Harás lo que tú quieras. Pero, ¿cuándo vas a ver a la verdadera dueña de las cartas? Ya sabes quién es."

"Lo sé. Pero lo negará si se lo digo. Y no puedo decir que soy el pájaro, ¿verdad?"

"Eso es estrictamente un secreto."

"Entonces te lo mostraré."

"¿La transformación?"

"El arte de descubrir. Ciertamente nos reuniremos."